Sierra de la Umbría hasta la piedra andadera
Soria - Molinos del Duero
FACIL - CIRCULAR(Casi LINEAL) - 20KM
Fin de semana espectacular en una Soria que me sorprende con sus contrastes, me enamora con sus verdes y me deja sabor a poco... Rutas preciosas que dejan intuir la explosión de sensaciones que deben regalar en otras estaciones como el otoño o la bien entrada primavera. Nosotros las abordamos con los últimos coletazos del invierno encontrándonos contrastes de sol, nieve, lluvia, frío y viento en el mismo día. Tardaré en olvidarlas y seguro repetiré la zona.
Salimos de Molinos de Duero en un día gris cargado de nubes...Aparcamos junto a un parque de juegos donde se haya un homenaje al pueblo por la importancia que tuvo este lugar como enclave de la Carretería en España


Siguiendo el cauce del río Duero nos acercamos a la siguiente población, Salduero, y no podemos evitar cruzar su puente de arcos para ver más de cerca las bonitas y empedradas fachadas que dan a la fuente en una gran plaza que hay al otro extremo del mismo.



Regresamos a nuestro camino volviendo a cruzar el puente y cogiendo la senda que sube hacia la montaña hasta llegar a la altura del cementerio. A mano derecha vemos la entrada que nos introduce en el sendero que, en este primer tramo, encontramos totalmente embarrado por lo que en muchas ocasiones andamos paralelo a él.


El primer tramo es de subida, y es el único esfuerzo razonable de la ruta, pero merece la pena. El sendero, que circula bajo robles invernales, nos maravilla al imaginar la hermosura que debe tener este lugar en otoño. El suelo todavía está cubierto por las hojas secas y las ramas de los árboles lucen desnudas, cubiertas de líquenes y ausentes de verde...Aun así, la magia del lugar nos llega y embruja el corazón en un continuo susurro del bosque oculto en el aire: "tienes que volver a verme en todo mi esplendor"




Poco a poco, y con alguna microparada para recuperar el aliento, subimos el Pico del Águila hasta llegar a la Torre de Vigilancia desde la que se controlan las masas forestales en prevención de incendios. Nos recreamos unos minutos de las bonitas vistas desde allí.





Dejamos atrás la torre de vigilancia y salimos a una pista forestal por la que caminamos un tramo que a mí se me hizo algo largo, aunque nos entretenemos mirando los bosques laterales entre los que divisamos algún curioso cervatillo que nos observa escondido entre los árboles hasta que asustadizo al darse cuenta de que lo hemos visto huye saltando y berreando volviendo a su escondite del bosque.


Salimos a un cruce y cogemos la dirección hacia Covaleda. A partir de aquí, la ruta será lineal e irá y retornará hasta este punto por el mimo camino. La diferencia será que al volver, no regresaremos por la Torre de vigilancia, sino que seguiremos el camino de la pista pasando por la Ermita de Santa Ana antes de llegar Salduero.

Cruzamos por tramos de bosque, claros, caminos y senderos...El día nos da tregua y aguanta sin lluvia permitiéndonos disfrutar de este paseo.





Llegamos a la Piedra Móvil y nos sentimos "flojuchos"...nosotros no somos capaces de ejercer empuje o movimiento sobre ella. Entendemos que es cosa de la nieve, los deshielos, la erosión, el viento y otros efectos meteorológicos los que propician el movimiento que le da nombre. Decidimos reponer fuerzas en este lugar disfrutando de las vistas antes de volver al bosque.




Pasando por algunos claros que se adivinan como campos de pasto, volvemos a introducirnos en sendero bajo pinos y robles, algunos de ellos desgajados tras la furia del invierno.



Y llegamos a este bonito enclave, un cortado con vistas que sobrecogen: el embalse de la Muedra al fondo, la nieve en las montañas cercanas, las nubes que parecen de algodón flotando sobre nuestras cabezas y el horizonte extenso que invita a gritar al viento.




Poco más adelante llegamos a la piedra andadera, famosa por el equilibrio sobre el que se apoya en el suelo su fisonomía y que provoca que, en teoría, pueda ser movida con ligeros empujones. Nosotros bromeamos y la fotografiamos, pero obviamente no intentamos moverla de su sitio.


Seguimos un poco más adelante por el bosque sin salirnos del sendero hasta alcanzar nuestro objetivo final...Llegar a un precioso peñón con vistas espectaculares que nos regala el fin de ruta perfecto antes de desandar nuestros paso por el mismo camino que vinimos.



Tras el éxtasis final, con la sonrisa dibujada en el rostro y las pilas cargadas a tope, comenzamos a desandar nuestros pasos bajo el clemente cielo que nos regala claros y sombras provocando que las sombras se muevan y el paisaje tenga su propia vida ante nuestra deleitada mirada.


Volvemos hasta el cruce que encontramos tras la torre de vigilancia de incendios esta mañana y seguimos recto bajando por la pista, en dirección hacia la ermita de Santa Ana que encontramos vallada aunque con un acceso que nos permite la entrada desencajando uno de los postes de madera semiclavado en el suelo y sujeto con un alambre circular a otro poste bien anclado en el suelo. Antes de irnos, revisamos con prudencia para dejarlo todo tal y como lo encontramos a nuestra llegada.



Volvemos a la pista y sin salirnos de ella llegamos hasta Molinos del Duero donde unas vacas pastando nos miran con descaro nada disimulado hasta que las dejamos atrás en nuestro camino.




Y fin.., Preciosa ruta muy recomendable, con unas vistas que quitan el hipo.
Cinco horas y media de caminata de las que 40 min han sido paradas de almuerzo y fotos ...el resto, ¡pleno disfrute!
Pilas cargadas y a por la siguiente
Ruta Wikiloc
Salimos de Molinos de Duero en un día gris cargado de nubes...Aparcamos junto a un parque de juegos donde se haya un homenaje al pueblo por la importancia que tuvo este lugar como enclave de la Carretería en España
Siguiendo el cauce del río Duero nos acercamos a la siguiente población, Salduero, y no podemos evitar cruzar su puente de arcos para ver más de cerca las bonitas y empedradas fachadas que dan a la fuente en una gran plaza que hay al otro extremo del mismo.
Regresamos a nuestro camino volviendo a cruzar el puente y cogiendo la senda que sube hacia la montaña hasta llegar a la altura del cementerio. A mano derecha vemos la entrada que nos introduce en el sendero que, en este primer tramo, encontramos totalmente embarrado por lo que en muchas ocasiones andamos paralelo a él.
El primer tramo es de subida, y es el único esfuerzo razonable de la ruta, pero merece la pena. El sendero, que circula bajo robles invernales, nos maravilla al imaginar la hermosura que debe tener este lugar en otoño. El suelo todavía está cubierto por las hojas secas y las ramas de los árboles lucen desnudas, cubiertas de líquenes y ausentes de verde...Aun así, la magia del lugar nos llega y embruja el corazón en un continuo susurro del bosque oculto en el aire: "tienes que volver a verme en todo mi esplendor"
Poco a poco, y con alguna microparada para recuperar el aliento, subimos el Pico del Águila hasta llegar a la Torre de Vigilancia desde la que se controlan las masas forestales en prevención de incendios. Nos recreamos unos minutos de las bonitas vistas desde allí.
Dejamos atrás la torre de vigilancia y salimos a una pista forestal por la que caminamos un tramo que a mí se me hizo algo largo, aunque nos entretenemos mirando los bosques laterales entre los que divisamos algún curioso cervatillo que nos observa escondido entre los árboles hasta que asustadizo al darse cuenta de que lo hemos visto huye saltando y berreando volviendo a su escondite del bosque.
Salimos a un cruce y cogemos la dirección hacia Covaleda. A partir de aquí, la ruta será lineal e irá y retornará hasta este punto por el mimo camino. La diferencia será que al volver, no regresaremos por la Torre de vigilancia, sino que seguiremos el camino de la pista pasando por la Ermita de Santa Ana antes de llegar Salduero.
Cruzamos por tramos de bosque, claros, caminos y senderos...El día nos da tregua y aguanta sin lluvia permitiéndonos disfrutar de este paseo.
Llegamos a la Piedra Móvil y nos sentimos "flojuchos"...nosotros no somos capaces de ejercer empuje o movimiento sobre ella. Entendemos que es cosa de la nieve, los deshielos, la erosión, el viento y otros efectos meteorológicos los que propician el movimiento que le da nombre. Decidimos reponer fuerzas en este lugar disfrutando de las vistas antes de volver al bosque.
Pasando por algunos claros que se adivinan como campos de pasto, volvemos a introducirnos en sendero bajo pinos y robles, algunos de ellos desgajados tras la furia del invierno.
Y llegamos a este bonito enclave, un cortado con vistas que sobrecogen: el embalse de la Muedra al fondo, la nieve en las montañas cercanas, las nubes que parecen de algodón flotando sobre nuestras cabezas y el horizonte extenso que invita a gritar al viento.
Poco más adelante llegamos a la piedra andadera, famosa por el equilibrio sobre el que se apoya en el suelo su fisonomía y que provoca que, en teoría, pueda ser movida con ligeros empujones. Nosotros bromeamos y la fotografiamos, pero obviamente no intentamos moverla de su sitio.
Seguimos un poco más adelante por el bosque sin salirnos del sendero hasta alcanzar nuestro objetivo final...Llegar a un precioso peñón con vistas espectaculares que nos regala el fin de ruta perfecto antes de desandar nuestros paso por el mismo camino que vinimos.
Tras el éxtasis final, con la sonrisa dibujada en el rostro y las pilas cargadas a tope, comenzamos a desandar nuestros pasos bajo el clemente cielo que nos regala claros y sombras provocando que las sombras se muevan y el paisaje tenga su propia vida ante nuestra deleitada mirada.
Volvemos hasta el cruce que encontramos tras la torre de vigilancia de incendios esta mañana y seguimos recto bajando por la pista, en dirección hacia la ermita de Santa Ana que encontramos vallada aunque con un acceso que nos permite la entrada desencajando uno de los postes de madera semiclavado en el suelo y sujeto con un alambre circular a otro poste bien anclado en el suelo. Antes de irnos, revisamos con prudencia para dejarlo todo tal y como lo encontramos a nuestra llegada.
Volvemos a la pista y sin salirnos de ella llegamos hasta Molinos del Duero donde unas vacas pastando nos miran con descaro nada disimulado hasta que las dejamos atrás en nuestro camino.
Y fin.., Preciosa ruta muy recomendable, con unas vistas que quitan el hipo.
Cinco horas y media de caminata de las que 40 min han sido paradas de almuerzo y fotos ...el resto, ¡pleno disfrute!
Pilas cargadas y a por la siguiente
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